23 de diciembre de 2009

OSWALDO GUAYASAMÍN
Las manos de América Latina

Por Kintto Lucas
Julio de 1996

Oswaldo Guayasamín es un artista que a lo largo de su vida supo rescatar la imagen de nuestro continente. Pero quiere hacer mucho más, y a sus 76 años piensa-proyecta reunir en un gran mural-museo todo lo bueno que ha dado América, toda la creación política y cultural, toda esa vasta obra que dibuja la identidad y las contradicciones de la región. La historia y la memoria en La Capilla del Hombre...

Guayasamín es el hombre de las manos, de las manos-alas que vuelan captando la realidad. "Las manos son el mejor reflejo del alma -reflexiona-, más que los ojos o el rostro. Son el misterio más asombroso del cuerpo humano".
¿Pero cómo se hizo artista? Si bien su padre antes de casarse fue tallador de madera, siempre se opuso a que él fuera pintor. Tal vez porque pertenecía a una familia muy humilde. "Vengo de una familia pobre. Mi padre tuvo que hacerse chofer de taxi y dejar el tallado. El se oponía a que yo pintara pero mi madre me defendía. Desde muy pequeño la pintura estuvo dentro de mí. Yo soy una especie de escribano, las cosas que pinto, son nacidas, en parte, del medio que me rodea, pero de piel adentro son cosas que vienen de muchos milenios atrás, de todo ese dolor de años, mi voz es voz de muchas voces. Y lo digo con profunda humildad, pues no creo que la creación artística sea (como se dice en occidente) algo personal".

Un día en la vida de Oswaldo Guayasamín suele ser relativamente tranquilo, rodeado por la creación: "Normalmente trabajo entre doce y catorce horas diarias. A las nueve de la mañana ya estoy en mi estudio, hasta las seis o siete que entro en la cama, oigo noticias, pero sigo dibujando en mis cuadernos, hasta la una o dos de la mañana. El domingo es diferente, entro al sauna, hago piscinas. Mi vida es muy cerrada, casi no asisto a ningún acto, muy de repente voy a una reunión o a un cóctel".

Esa vida disciplinada de hoy es un poco diferente a la agitación propia de los 30 años. "Hasta los 30 años era un poquito suelto, vivía una especie de búsqueda angustiosa, de salir, de tomar, de conocer, de estar, de ver y sentir cosas, pero a partir de esos años empiezo a cerrarme cada vez más. ¿Una anécdota? Una vez en 1956 me dieron el gran Premio de la Bienal de España, entre unos 30.000 pintores de América Latina, España y Portugal. Con ese premio me fui a Francia y me pasé unas dos semanas en Cannes, donde vivía Picasso. Me iba todos los días (con esta fama de haber ganado el premio) a querer visitarlo, pero nunca pude conocerlo. Tenía 35 años y estaba muy resentido por esto, quería hacerle un retrato y no pude. Me duró por muchos años este resentimiento. Ahora le doy toda la razón porque el tiempo de una persona que trabaja, no puede desperdiciarse. Por eso no permito que nadie entre en mi estudio... Tengo tanto en mi cabeza, miles de ideas, de proyectos... que creo que 200 años más de vida no serían suficientes para poder plasmar todo. Tengo la angustia del tiempo, de crear..."

En esa angustia por crear está La Capilla del Hombre. Para Guayasamín, esta idea es algo más que una obra artística, es una forma de mantener viva la imagen de América Latina a través del tiempo, es una forma de hacer que la humanidad tenga un mural-museo donde poder mirarse. Que las generaciones venideras tengan un espejo de la vida pasada, donde rescatar su identidad. La construcción abarca varios pisos, en cada uno estará una época de nuestra historia. El techo será una cúpula proyectada hacia el sol. Entrar en el museo será como introducirse en los hechos, los personajes, las fechas que marcaron la historia del continente, y caminar por ella rumbo al siglo XXI. Justamente el primer día del nuevo milenio será inaugurada.

Pero Guayasamín además de pensar en la identidad, siempre se preocupó por la defensa de los derechos humanos y por la justicia social. En mayo de 1994, la UNESCO le otorgó un premio por su dedicación a la paz y a la defensa de los derechos humanos. Premio a su obra y a su vida, dedicada en parte a este continente. "La unidad de América Latina y la defensa de los derechos humanos ha sido mi interés personal siempre -comenta. Toda mi obra pictórica tiene como eje y centro conmocional, esos temas. Muy pocas veces he pintado paisajes, naturalezas muertas, retratos... mi obra mayor es la preocupación por el hombre. De eso nació mi primer gran exposición que se tituló 'El camino del llanto'. Luego vino 'La edad de la ira', y después me dediqué a pintar cosas sobre la ternura. Es una especie de sinfonía en tres movimientos. El último movimiento es un llamado al mundo, cuestionando las fronteras, banderas e himnos, pues eso nos hace enemigos de los que están al lado. Todos somos necesarios, el que pone un ladrillo, el que hace los zapatos, el que va al espacio ¿Por qué no darnos las manos todos? La Capilla del Hombre, será justamente, eso, un monumento al hombre latinoamericano, un monumento a la creación, a la vida de estas tierras. Una forma de darnos las manos".

El 6 de julio, Guayasamín cumple 77 años de vida-obra sueños, 77 años de manos que son como pájaros volando por la América, pájaros de sueños, sueños de un continente más humano-hermano-lleno de manos…

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