9 de enero de 2010

RETRATOS ESCRITOS
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INDICE

SALVADOR ALLENDE

Cien años, mil sueños...

JUAN GELMAN

¡Realidad: poesía eres tú!

ENRIQUE LUCAS

Carta a un hermano

JULIO CORTÁZAR

La mirada de un cronopio

JOSÉ MUJICA

Tal cual es...

EDUARDO GALEANO

La historia del mundo al revés

OSVALDO PUGLIESE

Las teclas del arrabal

PAULO FREIRE

La pedagogía de los sueños

JORGE AMADO

Perdido en el Peloirinho

GILBERTO GIL

La embriaguez del alma

JORGE LUIS BORGES
Los laberintos de un maestro
TOM JOBIN
El Brasil infinito

JUAN RULFO
El fuego de la vida


JORGE ENRIQUE ADOUM

El recuerdo de un amigo

CARLOS GARDEL

Cada día canta mejor

MARIO BENEDETTI

Compromiso con un mundo mejor

SAN CONO

Una devoción popular

CESAR VALLEJO

En París, con España en la piel

ALBERTO SPENCER

El goleador de América

ENZO FRANCESCOLI

Un "troesma" a la uruguaya

OSWALDO GUAYASAMÍN

Las manos de América Latina

CARVAJAL Y COURTOISIE

Heterónimos de Pessoa

27 de diciembre de 2009

SALVADOR ALLENDE
Cien años, mil sueños...

Por Kintto Lucas
Junio de 2008


Hace algunos años Mario Benedettí decía que “Para matar al hombre de la paz tuvieron que bombardearlo hacerlo llama, porque el hombre de la paz era una fortaleza”. Y agregaba que “Para matar al hombre de la paz tuvieron que imaginar que era una tropa, una armada, una hueste, una brigada, tuvieron que creer que era otro ejercito, pero el hombre de la paz era tan solo un pueblo y tenía en sus manos un fusil y un mandato y eran necesarios más tanques más rencores más bombas más aviones más oprobios porque el hombre de la paz era una fortaleza”.

Salvador Allende era sin duda como decía Mario Benedetti el hombre de la paz, y era sin duda una fortaleza. Estaba convencido que era posible transformar su país en paz, pero sabía que para eso había que sortear diversos obstáculos, correr riesgos y saltar por encima de diversos peligros.

En agosto de 1971 Allende decía: “Hemos sostenido que no puede haber igualdad cuando unos pocos lo tienen todo y tantos no tienen nada. Pensamos que no puede haber fraternidad cuando la explotación del hombre por el hombre es la característica de un régimen o de un sistema. Porque la libertad abstracta debe dar paso a la libertad concreta. Por eso hemos luchado. Sabemos que es dura la tarea y tenemos conciencia de que cada país tiene su propia realidad, su propia modalidad, su propia historia, su propia idiosincrasia. Y respetamos por cierto las características que dan perfil propio a cada nación del mundo. Pero sabemos también, y a la plenitud de conciencia, que estas naciones emergieron rompiendo el correaje por el esfuerzo solitario de hombres que nacieron en distintas tierras, que tenían banderas diferentes, pero que se unieron bajo la misma bandera ideal, para hacer posible una América independiente y unida”.

Ahora casi 35 años después de aquel intento de matar al hombre de la paz, él sigue ahí con su palabra, con su mirada, con su recuerdo. No pudieron matar al hombre de la paz, porque hay seres que traspasan los muros de la vida y la muerte (más bien se ríen de ellos) y hacen caminar sus palabras por infinitas geografías, y las palabras caminan impregnadas de sueños, y los sueños saben derramarse en la realidad para volver a ser soñados, para ser soñados de mejor forma... Sueños que son mundos, mundos que son sueños, que traspasan la dimensión del tiempo y el olvido, mundos que inventan caminos donde no tropezar, donde caminar sin dolor, mundos-caminos de vida, mundos raíces... Cien años, mil sueños…

También en agosto de 1971 Allende se mostraba convencido que para llevar adelante su sueño de transformación revolucionaria de Chile era necesario actuar sobre la realidad económica del país. “La batalla nuestra es muy dura y muy difícil porque, indiscutiblemente, para elevar las condiciones de vida de nuestro pueblo, necesitamos hacer las grandes transformaciones revolucionarias que hieren intereses foráneos, el capital extranjero, intereses imperialistas, intereses nacionales de los monopolios y de la alta banca”, repetía una y otra vez.

Además aseguraba estar convencido de que no se podría derrotar el retraso, la ignorancia y la miseria, si no se utilizaban los excedentes producidos por la propia economía chilena “para sembrarlos en escuelas, hospitales, caminos y haciendas trabajadas”, como le gustaba decir.Y siempre daba el ejemplo del cobre chileno, riqueza fundamental del país, pilar de la economía, que representaba el 82% del presupuesto de divisas del país, y daba solamente el 24% del ingreso fiscal.La inversión inicial de las compañías americanas del cobre a comienzo de la década del 20 fue menor a 13 millones de dólares; y hasta 1971 habían ganado con la explotación del cobre 3.200 millones de dólares.

Por eso Allende interrogaba ¿cómo puede progresar el país si no se cambia ese tipo de relación tan injusta? ¿Cómo un pueblo que tiene las más grandes reservas de cobre del mundo y la más grande mina del mundo no puede controlar ni los precios, ni los niveles de producción, ni los mercados? ¿Cómo es posible, que ese que yo he llamado con razón el sueldo de Chile, sea manejado por manos que no son chilenas?

Allende recurría seguido a una frase de Abraham Lincoln cuando dijo refiriéndose a Estados Unidos: "Esta nación es mitad esclava y mitad libre".Decía que esa frase, podía aplicarse a nuestros pueblos aparentemente libres pero esclavos.Entonces, como no podía ser de otra manera, el 11 de julio de 1971, considerado como el Día de la Dignidad Nacional, se promulgó la Ley de Nacionalización del cobre, aprobada por unanimidad del Congreso.Pero Allende también decía que la victoria del proyecto que él representaba no se podría lograr solamente con la unidad de la izquierda en la Unidad Popular, aunque ese fuera un paso fundamental. La victoria del proyecto revolucionario dependía en gran parte de la conciencia del pueblo.Entonces decía: “con modestia en la dimensión de la realidad, y sabiendo que en el mundo contemporáneo, más que el hombre, son los pueblos los que deben ser y son los actores fundamentales de la historia, busqué la posibilidad de hacer que este pueblo, el de Chile, tomara conciencia de su propia fuerza y supiera encontrar su propio camino”.

Y luego agregaba: “Nuestro combate y nuestra decisión tenían que ser no un cambio político, no el traspaso del gobierno de un hombre a otro, sino la entrega de un régimen a un pueblo que quiere la transformación profunda en lo económico, en lo político y en lo social”.

Allende siempre sostuvo que era difícil ganar en las elecciones, que era más difícil asumir el gobierno, que aún era más difícil construir el socialismo, pero era necesario caminar. Por eso decía: “Herir intereses es duro, y que esos intereses se defienden, lo sabemos y ya lo estamos viendo. Pero, ¿hasta dónde los pueblos de este Continente van a aceptar que seamos manejados por control remoto? ¿Hasta cuándo no vamos a ver nosotros que tenemos derecho a trazar nuestro propio camino, a recorrer nuestro propio sendero, a tomar las banderas libertarias de los próceres de este Continente para convertirlas en realidad, porque esa es la tarea que nos entregaron”, enfatizaba.

Siempre expresó que la tarea del cambio revolucionario era tan monumental que no la podía hacer un hombre o un grupo de partidos, sino un pueblo organizado, disciplinado, consciente, responsable de su gran tarea histórica. Pero respetaba la realidad de cada país. Por eso decía: “Siempre sostuve que cada país, de acuerdo con su propia realidad, debía buscar el camino. En Chile decidimos caminar dentro de las leyes de la democracia burguesa, comprometidos a respetarlas, pero al mismo tiempo a transformarlas, para hacer posible que el hombre de Chile tenga una existencia distinta y que Chile sea auténticamente una Patria para todos los chilenos. Hemos planteado una revolución auténticamente chilena, hecha por chilenos, para Chile”.

En 1938 un Frente Popular asumió la conducción de Chile y fue duramente combatido por los sectores de poder hasta que cierto día los militares intentaron dar un golpe de estado. Entonces fue el pueblo el que rodeó los cuarteles. Fue el pueblo sin armas el que los obligó a rendirse, sin que los soldados dispararan un solo tiro frente a una multitud dispuesta a defender ese gobierno.

Seguramente El hombre de la Paz pensaba que podría ocurrir una situación similar con su gobierno.Enfatizaba en su obligación de mirar con ojos abiertos lo que podía ocurrir en el futuro, para ser capaces de encontrar los cauces que permitan a las grandes masas continuar un camino que no sea el de la violencia innecesaria y del costo del capital elevado. Y comentaba: “Yo no soy una represa, pero sí soy el cauce para que el pueblo pueda caminar con la seguridad de que sus derechos serán respetados. No pueden detenerse las avalanchas de la historia. No pueden las leyes represivas calmar el hambre de los pueblos”.

También decía que transitoriamente podrían aplazarse los cambios algunos años; pero tarde o temprano se rompen los diques y la marea humana inunda, pero esta vez con violencia porque también su hambre y sufrimiento son más que milenarios en algunas partes, y centenarios, por lo menos en nuestro Continente.

El día que intentaron matar al hombre de la paz sin conseguirlo, hace ya casi 35 años dijo: “El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.

Hoy, cuando cumple 100 años el Hombre de la Paz, ya no existe ninguna duda de que no pudieron asesinarlo... No pudieron expulsarlo del mundo, ni destruir sus sueños, ni hacerlo olvidar el color del cobre y de quienes trabajan en las minas de cobre, y mucho menos olvidar el sonido y la luz de las palabras de su pueblo… porque ya es algo así como una raíz de América…
JUAN GELMAN
¡Realidad: poesía eres tú!

Por Kintto Lucas
Mayo de 1995


Humilde, de mirada tristona y el alma herida, Juan Gelman lleva el exilio dentro, la emoción, la magia y la voluntad de seguir transformando la palabra, caminando hacia días de más colores, días en los que la poesía además de golpear, acaricie.
Y conversar con Juan es como hablar con los recuerdos, es como hablar con la vida de los recuerdos. Y los recuerdos vienen como almitas surgidas de la raíz misma de la dolor, como quien no quiere olvidar los pedacitos de recuerdos que lleva a cuestas y, se acostumbró a quererlos y derramarlos una y otra vez entre la gente para que no haya olvido...

El exilio es como una obsesión en él. Se fue exiliado, volvió y era un exiliado en su propio país, se volvió a ir... Creo que desde tu niñez es un eterno exiliado...
“Si -dice. Esos exilios que nombrás no son los únicos, entre los primeros está el de alejarse de la infancia, que para muchos es un refugio, un lugar donde protegerse. En mi caso fue así, en la cercanía con la vieja y el viejo, con los asombros y descubrimientos. Pero todo se va, y al volvernos adúlteros y adultos dejamos lejos ese bello lugar, ese país. Pero también hay infancias muy duras, que serían algo así como dolorosos países, incluyo en esto la infancia de los que no dejan de ser nunca niños, la de los que no tienen acceso a la educación, la de los niños delincuentes, la de los dejados de la mano de Dios. Y dentro de ese exilio interior, está el otro, el que sigo viviendo... Ahora en México estoy bien, me quieren, la gente es muy buena. Vos sabés que regresé a la Argentina cuando me levantaron la proscripción, pero me fui porque era muy jodido ser extranjero en su propio país... ser un exiliado dentro de fronteras”.

Impunidad a los violadores de derechos humanos, y un presidente como Carlos Menem... ¿Tiene alternativa un país como ese?
“Menem es muy gracioso, y ridículo, vos sabés bien lo que es -comenta. Fijate que le preguntaron cuál era su libro de cabecera y dijo que las obras completas de Sócrates ¿Qué podés esperar de un presidente que dice eso?

Cuando se piensa en el peregrinar de Juan es necesario preguntarle si el tango se quedó en ese país o sigue viajando con él. “Yo fui milonguero desde los 15 años -responde. Borges dice que el tango es una manera de caminar. No lo voy a contradecir, pero me parece que el tango es una manera de conversar. Por eso creo que la milonga es un diálogo bailable. Los padeceres que el tango relata van más allá de la perdida de una mujer o algún amor. El tango siempre está en mis poemas. En Citas y comentarios tengo alusiones a místicos como el profeta Isaías, San Juan, el rey David, Santa Teresa, y entre ellos están varios autores de tangos, que en cierta forma, también están rodeados de misticismo”.

¿Y dónde está la mística de la poesía de Juan? ¿O mejor dicho, dónde está la obsesión de su poesía?
“Son varios los temas que me obsesionan. No es nada nuevo pero cada uno de nosotros escribe sobre un puñado de obsesiones: la infancia, el amor, la mujer, la muerte, el otoño y la revolución parecen ser las mías. Aunque sigo creyendo que el único tema de la poesía es la poesía misma y por eso es que ella puede hablar de cualquier tema, todo le atañe. Basta con leer a Gustavo Adolfo Bécquer para recordar aquello de ‘poesía eres tú’, refiriéndose a la mujer. Pero eso se puede aplicar a la realidad misma: ‘realidad, poesía eres tú’, entendiendo por realidad todo lo que quiso o pudo ser, y no es”.

Y una de esas realidades es el exilio... “La poesía siempre propone preguntas y no necesariamente formuladas entre signos de interrogación -comenta. Cómo nos marcan las palabras y cómo nos dejan siempre una herida sin remedio: el silencio... La poesía también padece de los encuentros desafortunados y también los desencuentros. Siempre estamos escribiendo para enterarnos de lo que queremos decir”.
De una manera o de otra, y de formas diversas, aparece lo político en el poema. El exilio fue importante para nuevas reflexiones. “Si fuimos realmente derrotados, esto conduce a una reflexión, en algo que no es del todo voluntario: la poesía. La poesía no es un asunto de voluntad. Cuando lo es resulta un desastre. En mis últimos dos libros me dediqué mucho a la poesía en prosa, y ahora estoy sacando uno que es bien loco, está escrito en sefardí (obviamente con traducciones) y con una construcción muy loca pero llena de vida. Yo sigo vinculado a la cotidianidad, la cotidianidad me sigue dando mucho material... Mis obsesiones se prolongan en poemas y tal vez terminan algún día en libros, pero si la obsesión no llega, no puedo escribir. El inconsciente grita mucho y es para mí la manera que tiene de expresar la realidad, de explorarla y cuestionarla, y a la vez crear otra”.

Y hablando de realidades. Juan está viviendo en México donde este año se ha dado un proceso intensivo. Estuvo en Chiapas realizando notas para Página 12, y asumió esa lucha como suya. “El de Chiapas es un proceso que nada tiene que ver con los procesos guerrilleros que se han dado en América Latina -asegura. Fijate que cuando tuvieron que responder a la propuesta del gobierno consultaron a todas las comunidades, en la asamblea participaron todos y por votación fueron las comunidades las que rechazaron el acuerdo. Es una forma de democracia increíble. Otra cosa que dice mucho: Marcos es sub comandante, los comandantes son indígenas. Durante el diálogo Marcos debía escuchar lo que decía la comandante Ramona que era indígena y tenía el mandato de las comunidades”.

La realidad social de esa zona es tremenda. Una zona que da el 60 por ciento de la energía eléctrica del país, por su caudal de ríos, no tiene luz. Las comunidades indígenas no tienen luz... “Y eso es poco si le sumás la falta de hospitales, la falta de servicios y la pobreza generalizada tendrás un panorama terrible. Y además está el racismo: un día iba en un ómnibus y entre los pasajeros viajaba un indígena, de repente subió un mestizo y lo bajó a patadas diciendo que no quería viajar en el mismo transporte que iba un indígena, hacete un poco la idea de cómo son la cosas... El gobierno mexicano no puede dejar de abrir un diálogo con los zapatistas porque es la única manera de que haya una paz de verdad...”

Tomando prestadas las palabras de Jorge Enrique Adoum se puede decir que "Gelman es el mayor poeta vivo de habla hispana". Es el que supo quebrar los versos y los transformó en sueños, quebró las palabras y creó otro diccionario, quebró la cotidianidad y la hizo magia, quebró las estructuras y las liberó...

26 de diciembre de 2009

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EN ECUADOR,
junto al Océano Pacífico
En la hermosa Playa de Tonsupa,
Hostería Cabo Blanco.
ENRIQUE LUCAS
Carta a un hermano

Por Kintto Lucas
Mayo de 2001


El internet acerca y desacerca al mundo, pero esta vez me trajo un correo electrónico que me acerca a mí mismo, en él que me dicen que fueron encontrados los restos de mi hermano, asesinado en 1976 en Bolivia, por el gobierno de Banzer cuando era dictador no electo.

Entonces me trae también un montón de recuerdos que están ahí, y que de cuando en vez aparecen y golpean o acarician, según sea el ánimo de la memoria o de la soledad que anima la memoria.

Ahora miro la computadora y de alguna manera me imagino que te estoy viendo Enrique o Guille. ¡Qué importa el nombre hermano!

Lo primero que se me ocurre es que nunca llegamos a conocernos y, sin embargo, nos conocimos tanto. Pero los pensares van de un lugar a otro como queriendo ubicar rincones pasados y pisados alguna vez, ideas, miradas, hechos marcados por el vértigo de una época que se construía en cada minuto.

Me acuerdo entonces cuando te iba a visitar a Punta Carretas, aquel ambiente de solidaridad y ternura casi inimaginable entre aquellos jóvenes tupamaros presos, que como los de afuera construían la historia en cada hacer, en cada decir, apurados aveces pero siempre construyendo.

Después vino el viaje al ''destierro'' en Chile para seguir edificando sueños, pero siempre con la mirada en el paisito. Aquellos encuentros con Costa Gavras para asesorarle en la película Estado de Sitio, que contaría un pedacito de la historia tupamara. Los viajes a Cuba y la posterior instalación en Buenos Aires en aquel 1973, año del retorno del espejismo peronista al que fustigabas duramente.

En la capital argentina había que crear la Junta de Coordinación Revolucionaria junto a Miguel Enríquez del MIR chileno, la gente del ELN boliviano y Mario Roberto Santucho del ERP, de quien dijiste alguna vez que era una especie de Bebe argentino. Había que construir una estructura que unificara organizaciones revolucionarias en la palabra y en la acción, sobre todo en la acción. Era un desafío y te dedicaste entero, como te dedicabas a cualquier desafío desde que eras gurí.

Te jugaste la vida en cada minuto para llevar adelante esa construcción, pero siempre estabas pensando en el paisito. En los compañeros que caían cada día, en los que trabajaban uniendo retazos para pelearle un lugar a la derrota. No podías ver eso desde la otra orilla sin mojarte en el río, entonces en julio de aquel 73 te fuiste a Montevideo. Me acuerdo que yo y Daniel vivíamos en Buenos Aires y cuando insistimos en ir a Montevideo en las vacaciones nos dijiste que no podíamos movernos de allí. Sabías que si caías te podían presionar con nosotros.

Un compañero me decía el otro día, también por correo electrónico, que recordaba cuando su viejo lo fue a visitar en el penal de Libertad y le comentó que estabas en Montevideo. Me lo contaba con el asombro y la admiración que saben conservar los años. Recordaba también los tiempos del liceo y aquellos viajes a Salto para reconstruir la memoria de nuestro viejo que había muerto cuando vos tenías doce años y yo dos. Y la vieja se quedaba con cinco hijos a cuesta. Batllista el viejo, pero de los de antes, jugado con su medicina de pueblo en aquel Constitución de los 50 y 60. Buscabas aquellas raíces que permanentemente estamos buscando.

La situación de julio del 73 en Montevideo era demasiado jodida y los contactos fallaban uno tras otro, hasta aquel último que te clarificó el panorama. El compañero, que en ese instante estaba preso, llegó al lugar de la cita con los milicos atrás, pero te vio y no te cantó. Los había llevado al lugar masacrado por tanta tortura, pero te vio y no te señaló, transformando aquello en un alerta de cómo estaban las cosas. Lo único que quedaba era cruzar el charco nuevamente y seguir la construcción de la Junta, seguir produciendo recursos para un día regresar a reorganizar el MLN allá adentro, donde debía estar.

Pero a veces la historia corre más rápida que los pensamientos y las estrategias, y mientras vos te jugabas en cada acción había otros constructores del verso, renunciantes, que sin poner el pellejo hablaban mucho y dividían para terminar pasándola bien en algún lado. Como vos no estabas para el verso preferiste abrirte y seguir el mismo camino en otras tierras. ''La revolución se hace en cualquier parte decías''.

Eras demasiado joven y creías en la política como un manifiesto de la ética, ahora te imagino demasiado ingenuo, sin la ''calle'' necesaria que tenían otros. Entonces, como correspondía, repartiste lo que le tocaba a cada quien y te fuiste a Bolivia tras una ilusión: la posibilidad de tumbar la dictadura de Banzer mediante la alianza del ELN con el ex presidente Juan José Torres (el general proletario lo había denominado Rodolfo Walsh) y su gente. Y a iniciar la construcción nuevamente porque, como era obvio, mucho de lo que decía tener trabajado la gente del ELN, era verso. Pero bueno, no estabas para cuestionar versos sino para hacer, para seguir construyendo ese mundo mejor que habías visto construir en Cuba, habías leído en los libros y lo viste en aquella solidaridad de Punta Carretas.

Alguien podría decir ahora que tus acciones no eran pragmáticas sino demasiado soñadoras, idealistas tal vez. No sé, a mi se me ocurre ahora que tus acciones eran tupamaras, eran las actitudes que debía tener cualquier tupamaro de verdad en aquel momento, no los renunciantes y los que se acomodaron sin pensar en aquellos que estaban presos.

Hace poco, conversando con algunos compañeros llegamos a la conclusión de que ser tupamaro era como una forma de ser o un estado de ánimo, más allá de la organicidad o el apego a una estructura o a un aparato. Creo que cada paso que dabas estaba marcado por ese estado de ánimo, por esa forma de ser.

Pero ahora, veinticinco años después, me dicen que tus restos están en La Paz mientras Banzer reprime a los campesinos, indígenas y trabajadores en las calles, igual que en aquel 1976. Y recuerdo que de la misma forma que vos ponías todo en la construcción, había quienes ponían todo en la destrucción, y mediante el Plan Cóndor se unían para golpear a las fuerzas de cambio del Conosur. Y en uno de esos golpes llegan a vos y Silveti (secretario de Juan José Torres), allá en Cochabamba. Un tiroteo de dos horas hasta dejar la última bala antes de caer... Después el ministro del interior boliviano, general Pereda Azbún, se fue a reunir con el general Vadora y sus pares uruguayos en Montevideo para darles cuenta que la red del Cóndor había cumplido su cometido.

Disculpá, no me quiero poner demasiado dramático porque ni vos ni yo somos amigos del drama, pero la memoria de la soledad a veces nos transforma y hace que la palabra se duela. En todo caso, ahora, cuando la memoria de la soledad, y la palabra, y los ojos, y el alcohol y el correo electrónico te acercan nuevamente, me pregunto de qué sirven los restos. Más allá de tus restos, o de un lugar donde llevarte alguna flor, está el recuerdo vivo de tu hacer, la memoria viva de ese estado de ánimo de que hablamos antes, cuando la situación de la América es mucho peor. Cuando las redes del Cóndor siguen interconectadas aunque supuestamente se terminaron en aquellos años. Cuando imponen el Plan Colombia, que es algo así como una continuación del Cóndor porque en esencia persigue los mismos objetivos. Entonces se me ocurre que lo importante es mantener vivo ese estado de ánimo.

No vas a tener una estatua, imaginate que ni el Bebe la tiene en un Montevideo frenteamplista, ni una calle, ni una fundación con tu nombre, y al fin de cuentas cuál era tu nombre después de tantos. Tal vez ni siquiera estés en la historia, que siempre es contada por los triunfadores. Eso no importa, estás ahí y aquí y en cualquier rincón hermano, y por eso siempre habrá una oportunidad como esta para enviarte un abrazo y decirte que habrá patria para todos…
JULIO CORTÁZAR
La mirada de un cronopio


Por Kintto Lucas
Enero de 1994



El 11 de febrero de 1994 se cumplen 10 años de la muerte de Julio Cortázar. ¿Pero murió Cortázar alguna vez, en alguna parte? ¿Olvidó el sonido y la luz de las palabras?

En 1988 el escritor brasileño Jorge Amado, en su casa de Rió Vermelho, en Salvador de Bahía me decía "si camina por Salvador encontrará a mis personajes, yo los he tomado y los he dejado allí. En mis libros podemos encontrar los personajes de Bahía como en la creación de Cortázar encontramos el mundo del Río de la Plata. El tomó ese mundo y luego lo dejó en su lugar". Y sin duda hay mucho de eso, porque Cortázar es el Río de la Plata como Amado es Bahía. Pero Cortázar también es América Latina como Jorge Amado también lo es...

Porque hay seres que traspasan los muros (más bien se ríen de ellos) y hacen caminar sus palabras por infinitas geografías, y las palabras caminan impregnadas de sueños, y los sueños saben derramarse en la realidad para volver a ser soñados, para ser soñados de mejor forma... Y Cortázar ya es un sueño (yo sospecho que hasta su obra es un sueño, porque solo un sueño puede ser tan perfecto) de este continente, un sueño que seguimos soñando y seguimos queriendo. Tal vez en parte porque a Galeano se le ocurrió regalarle el sueño de la casa de las palabras, un sueño que había tenido Helena su compañera, donde se encontraba una casa a la que acudían los poetas a mezclar y probar palabras.

En frascos de vidrio estaban las palabras, y cada una tenía un color, un olor y un sabor, y cada una sonaba y quería ser tocada. Los poetas las elegían y combinaban, buscando tonalidades y melodías, y se acercaban a la nariz las frases que iban formando, y las probaban con el dedo. Y Eduardo le pidió el sueño a Helena y se lo regaló a Julio para que soñara más, aunque Julio ya soñaba en abundancia, mucho antes de ese regalo. Y los sueños se transformaban en "Rayuela", "Los premios"... Sueños que son mundos, mundos que son sueños, que traspasan la dimensión del tiempo y el olvido, mundos que inventan caminos donde no tropezar, donde caminar sin dolor, mundos-caminos de vida, mundos raíces, mundos nunca traicionados como dijera Juancito Gelman en su "Carta a Julio", al señalar que "en Corrientes y Esmeraldas, en otros tiempos, vi pasar a escritores que nunca dejaron el país y escribían como un francés cualquiera. Yo entendí mejor a Buenos Aires leyendo lo que vos escribías en París. Así es tu grandeza, así tu amor". (...) "A vos siempre te veo -como tu personaje- inventando un camino para ir de una ventana a otra ventana, del misterio de un puño a los crepúsculos de Mozart, de un ser a otro, y otro, y otro, y otro. Siempre sentí que tu amor es infinito. Siempre supe que tu obra nos abrigaba, que tu mejor obra sos vos."

Y la obra de Cortázar abriga a varias generaciones de escritores, a varias miradas de escritores, porque Cortázar es "como el 29 de febrero. Ocurre cada 4 años -según dijera el escritor brasileño Eric Nepomuceno-, que es mucho tiempo para el día que espera, pero uno tiene la absoluta seguridad de que vendrá siempre y siempre, y en un tiempo de tantas inquietudes y dudas no hay nada como el 29 de febrero..."

Para recordar sus diez años se harán muchos homenajes. Y seguramente Cortázar estará agradecido, pero no se deslumbra con eso, es demasiado humilde para querer y gozar homenajes. Cortázar está más allá del recuerdo, es parte del sueño latinoamericano, y los homenajes son enemigos de los sueños, son demasiado reales (¿o irreales?) para tocarse con la magia embriagadora de los "cronopios". Están más cercanos a los "famas", más lejanos a Cortázar. Cortázar está cada vez más cercano a nuestra piel: la piel de los sueños.
JOSÉ MUJICA
Tal cual es...

Por Kintto Lucas
Marzo de 2009


Juan Carlos Onetti dijo alguna vez: “Lo más importante que tengo sobre mis libros es una sensación de sinceridad. De haber sido siempre Onetti. De no haber usado nunca ningún truco… de no haberme estafado a mi mismo ni a nadie nunca. Todas las debilidades que se pueden encontrar en mis libros son debilidades mías y son autenticas debilidades”. Creo que fue en una entrevista con María Esther Gilio.

Si alguien leyó la obra de Onetti y leyó su vida no tiene duda que fue así. Su obra es un reflejo de su vida y su vida es un reflejo de su obra. Nunca se le hubiese ocurrido hacer de Santa María un pueblo de telenovela, por ejemplo.

Si trasladamos esta imagen a la política uruguaya del siglo XX podríamos decir que José Batlle Ordoñez no se traicionó a si mismo y supo ver la necesidad de reforzar el Estado para lograr políticas y leyes sociales, industrializar el país para levantarlo y decirle a la Iglesia que se dedique a salvar almas si es que podía hacerlo. También podríamos pensar que Aparicio Saravia fue sincero, y dio el toque de atención sobre el olvido en que quedaba el campo con el proyecto batllista. Deberíamos hablar de Raúl Sendic quien nunca se estafó a si mismo y supo rescatar ese Uruguay de los cañeros, los arroceros, los otros, y mostrar la decadencia de la "Suiza de América". Habría que señalar a Líber Seregni quien fue autentico al reivindicar la dignidad y el honor militar.

Llegando al presente, no hay duda que cuando uno escucha hablar a José Mujica nota una sensación de sinceridad y enseguida percibe que Mujica ha sido siempre Mujica, que no ha usado ningún truco… que no se ha estafado a si mismo ni a nadie, y que todas las fortalezas o debilidades que se pueden encontrar en su discurso y en su accionar son debilidades y fortalezas suyas. Porque Mujica es antes que nada un ser humano real que no oculta como es, como cualquier hijo de vecino.

Con una capacidad de mirar más lejos que muchos, sin duda; sino no sería un candidato a Presidente con pasta de estadista y con la popularidad que tiene. Con la experiencia para moverse en cualquier escenario, así sea entre reyes o entre pobres; claro. Con un conocimiento real del país urbano y rural como pocos, sin duda. Con una sabiduría para conformar y coordinar equipos de trabajo a cualquier nivel, sea en un partido, un ministerio o un gobierno, obvio. Con la solvencia, seguridad y firmeza para realizar una gestión gubernamental seria, constructiva; claro. Con la tolerancia y la tranquilidad para reconocer los errores y escuchar el aporte de todos y todas, seguro.

Por todas esas condiciones y muchas más, José Mujica será el Presidente de todos /as los /as uruguayos /as. Pero sobre todo, porque Mujica nunca deja ni dejará de ser Mujica.

Ante Lula, ante Obama, ante Correa, ante Evo Morales, ante el “rey” Juan Carlos, ante Cristina Fernández, ante la selección uruguaya, ante los vecinos y vecinas del barrio Marconi o del Buceo, ante los periodistas, ante la barra chica y la barra grande Mujica es Mujica.

Cuando la gente vota por Mujica sabe que está votando por alguien que nunca se estafó a si mismo ni estafó a nadie. Y si analizamos un poquito esa autenticidad, tal vez la encontremos en el fondo de una cosa que algunos le llaman uruguayez. Esa cosa rara que a veces no sabemos que es, pero sabemos que existe cuando suenan los tamboriles, o aparece una murga en el escenario, o vemos unos gurises haciendo un picado, o entramos al Paraninfo de la Universidad o al Salón de los Pasos Perdidos…
Entonces, cuando alguien vota por Mujica sabe que vota por alguien auténtico, alguien que no le está mintiendo, alguien que no le va a mentir.

Esa autenticidad le da a José Mujica la popularidad que tiene. Esa autenticidad hace que, según datos de una encuesta reciente, sea el político uruguayo que cuenta con la mayor simpatía de la gente y la menor antipatía.

Hay candidatos que tienen una alta popularidad pero también un rechazo muy importante de la población. Esos, según datos de la realidad, nunca ganan una elección. En cambio, hay candidatos que tienen alta popularidad y poco rechazo. Esos son los que ganan las elecciones. Ese es el caso de José Mujica, confirmado por la percepción de la gente y por las encuestas…