25 de diciembre de 2009

MARIO BENEDETTI
El compromiso con un mundo mejor

Por Kintto Lucas
Mayo de 1992


UNO
La mejor manera de "matar" a los padres es superarlos, decía el escritor uruguayo José Enrique Rodó a principios de siglo. Recurro a esas palabras porque desde hace algún tiempo hay ciertos jóvenes uruguayos que siguen queriendo matar a Benedetti, y con él a toda la "generación del 45", pero cuando Mario lanza un nuevo libro de poesía y uno lo escucha leer sus versos o conversa con él, nota que ese decir pausado sigue lleno de vida, mantiene la humildad de siempre y, nunca deja la coherencia ideológica a un lado. Es ahí cuando uno ve necesario considerar algunas cosas del parricidio, incluso como una forma de mirarse en el espejo en otros países de América Latina.

Cuando los jóvenes quieren destruir algo, quieren desaprobarlo o cuestionarlo, tienen la obligación de proponer algo en su lugar. Cuando la generación literaria del 45 irrumpió en la siesta uruguaya, la Asociación de Escritores se había convertido en una reunión quincenal donde se repartían sonetos y elogios y se adoraba la decadencia modernista como uno de los mayores lujos estéticos de la época.

DOS
Decía alguien que fue Girardoux el que dijo: "lo importante es el estilo, las ideas llegarán después". Y fue Sartre el que le contestó "pero las ideas no llegaron".
Lo mismo le pasó a los escritores uruguayos anteriores a la generación del 45. No llegaron. Solo quedaba el estilo, la aburrida secuencia de versos monocordes y absolutamente previsibles. Los más rigurosos jóvenes renunciaron entonces a los premios nacionales y municipales que jurados complacientes repartían entre los amigos de siempre, sin pena ni gloria. Muchos de ellos sostuvieron el juramento durante unos cuantos años, pero la única que resistió hasta el final, hasta hoy, la ofrenda, fue la genial Idea Vilariño, eterno amor del viejo Juan Carlos Onetti.

Ahí comenzó el parricidio. El 45 proponía no sólo la negación al arreglo y a la mediocridad creativa, sino que proponía también rigor crítico, sabiduría literaria, trabajo y responsabilidad en la creación, y sobre todo, enfrentar el oficialismo impertinente que pretendía hacer de la literatura un par de homenajes solemnes y condecoraciones. Es decir, para voltear aquello, había que construir, y los jóvenes del 45 lo hicieron.

Para quebrarlos, para ganarles, para vencerlos, los jóvenes escritores del Uruguay presente, deben proponerse un trabajo que reclama alejarse de los estereotipos postmodernos. No alcanza con el escándalo. No sirven las poses de "grandes sabiondos" de la creación. Hay que proponer un camino propio y andarlo. Toda rebeldía es válida siempre que no se agote en su enunciado.

TRES
La generación del 45 fue una de las más creativas de la literatura uruguaya y latinoamericana. Y no es necesario recurrir a nombres como los de Onetti, Benedetti o Idea Vilariño. A esa generación también pertenecen o pertenecieron entre otros Carlos Martínez Moreno, Emir Rodríguez Monegal, Angel Rama, Mario Arregui, Carlos Real de Azúa, Carlos Maggi y Alfredo Gravina. Escritores y críticos que lograron marcar su presencia en el contexto, ya no de América, sino del viejo continente.

"La generación posterior a la nuestra -comenta Mario-, la de Galeano y Silvya Lago, no intentó destruir nuestro trabajo. A veces nos cuestionaron pero con propuestas. Ellos supieron construir su camino, Ahora muchos jóvenes, no todos, deslumbrados con el postmodernismo, solo quieren destruir sin proponer algo verdaderamente nuevo".

CUATRO
Hace algún tiempo, antes de que terminara de leer el libro Las Soledades de Babel Mario Benedetti me decía: "En todos los tiempo tenemos nuestra soledad, pero antes las soledades hablaban el mismo idioma, entonces en determinado momento se comunicaban y eso construía el amor, la amistad, la solidaridad. Ahora cada soledad habla un idioma distinto, como en la torre de Babel y por lo tanto es más difícil establecer la comunicación. Por eso hay un eclipse de la solidaridad en general, no solo política, en las relaciones humanas". Y hay mucho de eso en este libro de poesía.

Con su inconfundible estilo, Benedetti retoma algunas temáticas ya abordadas anteriormente y se introduce en otras como el posmodernismo, el balance del exilio y la cercanía de la muerte. Sin localismos uruguayos pero con una visión latinoamericana y universal poetiza sus seguridades y debilidades, sus desencuentros y dudas, sus esperanzas y perplejidades. Y así van surgiendo algunas interrogantes: "¿por qué la solidaridad es apenitas/ la película sordomuda que no encuentro/ en lo video-clubes".

CINCO
Si bien Benedetti no deja de lado su compromiso político y social, en este libro predomina la reflexión filosófica ante la política. Y en esa perspectiva encontramos los tres tristes (que no son tigres). En el Triste 1 nos dice que: "Por la memoria vagamos descalzos/ seguimos el garabato de la lluvia/ hasta la tristeza que es el hogar destino", y que "nacemos tristes y morimos tristes/ pero en el entretiempo amamos cuerpos/ cuya triste belleza es un milagro". Esta reflexión tiene mucho de aquellos versos de Darío en Cantos de vida y esperanza cuando decía "y no saber a dónde vamos/ ni de dónde venimos".

Pero no todo es tristeza, ya que siempre y en cada uno de los libros de Benedetti, la ironía estará presente. Este no podía ser la excepción y en Terapia dice que: "Para no sucumbir/ ante la tentación/ del precipicio/ el mejor tratamiento/ es el fornicio". Un humor típicamente uruguayo, que se caracteriza por ser un tanto más negro que el argentino.

Como en otros libros de poesía, mantiene el uso de la lengua coloquial, pero introduce un repertorio de estructuras métricas como nuca antes. Sonetos y cuartetas que lo ayudan a burlarse del rigor de esa misma estructura. O una lira perfecta en Lo dice Fukuyama donde se ríe un poco de quien anunció "el fin de las ideologías".

SEIS
Benedetti sigue siendo uno de los poetas latinoamericanos con mayor capacidad de llegar al lector, de comunicarse con él. Tal vez no sea uno de los más grandes poetas de América Latina, pero sí es uno de los grandes narradores, porque es allí donde logra su mayor vuelo, con cuentos (sobre todo) y novelas de inmenso valor. A pesar de la indudable influencia que Vallejo tuvo en su poesía, la poesía de Benedetti es esencialmente un apelo a la cabeza, más que al corazón o la piel como la de Vallejo. Su poesía no es un golpe al alma del lector, pero logra sintonizarse con él como pocos. Y más allá de la poesía en sí, es admirable la coherencia de su pensamiento a través de los años, algo que hoy ocurre con muy pocos.

Hoy Benedetti nos hace reflexionar sobre el momento histórico que estamos viviendo, en el que muchos se encuentran desorientados porque les han matado las ilusiones. Nos aporta muchas preguntas y pocas respuestas, tal vez para que nosotros mismo intentemos encontrarlas, o inventemos nuevas preguntas. Hoy Benedetti, a pesar de los tiempos que corren, y por eso mismo, sigue reivindicando el compromiso con un mundo mejor...

1 comentario:

  1. Impecable estudio de la obra y la personalidad de Mario Benedetti, el dìa de su muerte, todos los jovenes y los no tanto le dejaron bolìgrafos en su homenaje....asì mismo era Mario.....hasta siempre !!

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