23 de diciembre de 2009

ALBERTO SPENCER
El goleador de América

Por Kintto Lucas
Mayo de 1994


UNO
Creo que fue la Copa Libertadores de América de 1971. Jugaban los dos grandes del fútbol uruguayo, Nacional y Peñarol, para ver quien pasaba a la segunda fase. El primero clasificaba con un empate, el otro estaba obligado a ganar. Faltaba un minuto, el partido era parejo y se mantenía empatado 1 a 1, de repente Pedro Rocha se le fue a Espárrago y centró al área, Spencer se anticipó a Masnik y gol de Peñarol. La hinchada de Nacional quedó muda. Aunque en realidad ya no sé si aquel gol fue en la Libertadores o en el campeonato uruguayo, ni si fue en el 71 o en el 72. Tampoco recuerdo si fue real o solo imaginación. Son tantos los grandes goles de aquel centrodelantero ecuatoriano que nos acordamos de todas y nos olvidamos de la mayoría. Eran los tiempos del fútbol jugado con calidad, ¿¡qué tiempos!?


Pero los tiempos de Alberto Spencer comenzaron antes, allá por 1960, el día que debutó con Peñarol frente a Atlanta de Buenos Aires. Su equipo ganó 6 a 0 y Spencer convirtió tres goles. "La gente no entendía nada -dice-, era muy raro que hubiese llegado un ecuatoriano y que además hiciera goles. En ese momento el fútbol uruguayo era muy fuerte, hacía sólo diez años de Maracaná. Luego vino la Copa Libertadores, salimos campeones y fui el goleador. Allí la parcialidad comenzó a tenerme confianza y yo me sentí mucho más seguro. Aunque seguía sintiendo la responsabilidad que me llegaba de Ecuador, porque a cada partido venía un periodista para cubrir mi actuación. Allá todos estaban expectantes".

DOS

Los recuerdos del fútbol van surgiendo de a poco y se entrecruzan con otros pensares, pero estoy casi seguro que la historia comenzó antes de 1960, en otra parte. A mediados del año 59 para inaugurar el Estadio Modelo de Guayaquil se disputó un cuadrangular en el que participaron Emelec, Barcelona, Huracán de Buenos Aires y Peñarol de Montevideo. Spencer, que jugaba en el Everest, reforzó al Barcelona y convirtió el primer gol en el nuevo estadio. En el segundo partido, le hizo un gol a Peñarol. A fines de ese mismo año se jugó la Copa América y él defendió la camiseta ecuatoriana, el técnico era el uruguayo Juan López, aquel que dirigiera a Uruguay en el Maracanazo de 1950. El campeón fue Uruguay y al finalizar el torneo, López recomendó a Spencer para que fuera a jugar en Peñarol. En los primeros días del año 60 se hizo la transferencia. Era la primera vez que un jugador ecuatoriano salía al extranjero. "Tenía veintidós años y sentía la tremenda responsabilidad de defender a Ecuador vistiendo los colores de Peñarol. Los días previos a mi partida fueron una locura, me homenajeaban en mi pueblo, en la Federación, los amigos, en el club y hasta me organizaron un partido de despedida en Quito", comenta Alberto.

TRES

La memoria vuelve a traicionarme, pero si no me equivoco, la historia se inició antes de la llegada a Uruguay, mucho antes todavía, en un pueblito llamado Ancón, a 130 kilómetros de Guayaquil. El hombre trabajaba en la compañía anglo-ecuatoriana, era inglés y se casó con una joven ecuatoriana. Pero ninguno de los dos se imaginó que el decimosegundo de sus catorce hijos, al que llamaron Alberto, sería ídolo del fútbol sudamericano.


Eran siete mujeres y seis varones. Alberto tenía sólo ocho años cuando murió su padre de un ataque al corazón, desde ese momento su niñez se complicó, aunque los mayores que ya trabajaban en la anglo-ecuatoriana se hicieron cargo de la familia. "Mi padre como buen inglés era muy exigente -comenta-, aunque también lo recuerdo claramente jugando con nosotros y haciéndonos cantar a todos juntos. A mi madre por suerte la pude disfrutar bastante, siempre fui muy apegado a ella, supongo que porque era el menor de los varones. Gracias al fútbol le pude hacer su casa en Guayaquil".


Marcos, su hermano mayor, era puntero derecho del Everest de Guayaquil y llegó a jugar en la selección ecuatoriana. Jorge, el segundo, jugaba en el Barcelona. Alberto empezó a jugar al fútbol en el colegio del pueblo, luego pasó al Andes de Ancón. A los quince años ya pintaba para gran goleador. Entonces sus hermanos decidieron llevarlo al Everest, donde empezó en las inferiores hasta que a los 17 se inició como titular. "Extrañaba tanto mi pueblo -dice-, tanto que en el contrato estaba estipulado que sólo viajaba a Guayaquil para los partidos. Así seguía viviendo con mi madre, entrenaba con el Andes y los domingos me iban a buscar en un coche para el partido, después me llevaban de vuelta a casa. Jugaba de centrodelantero pero con el diez en la espalda.

CUATRO

Pensando bien, creo que la historia de Alberto Spencer empieza y termina en cada gran victoria de Peñarol. En cada campito de Uruguay, en cada canchita de Ecuador, donde los pibes se ponen su nombre y manejan la pelota como los dioses. Y la historia está en sus goles. En aquellos que les hizo a River Plate argentino en la final de la Libertadores del 66, cuando Peñarol perdía 2 a 1 y ganó 4 a 2 en el alargue. En aquel partido Alberto cada vez que fue a la pelota ganó. Cada vez que ganó remató. Cada vez que remató, la pelota se fue al fondo de la red. El primero fue un golazo y además inició la reacción de Peñarol. Rodeado de defensores, en una superficie donde no era muy fácil sacar la pierna para el impulso, dio un medio giro perfecto y cuando caía la pelota la tomó de bolea con la zurda.


Puso el 3-2 en el alargue, con un cabezazo, ganándole a tres de River. Y además fue un problema constante para la defensa millonaria, carta de triunfo de la delantera de Peñarol. Tranquilo pero dinámico, no bien un defensor dejó caer la pelota, él ya la pescó y a cobrar. Cada vez que entró en juego cambió la tranquilidad por velocidad e imprimió un vértigo que desconcertó a sus marcadores, con un pique demoledor.


Los escribas de todas las geografías supieron elogiar su calidad. Esa que puso de manifiesto en aquellas finales de la Intercontinental con el Real Madrid, cuando hizo tres de los cuatro goles peñarolences. Un periodista francés de nombre Francois Thébaud, de la revista Miroir du Footbal de París, dijo por entonces: "Sin duda, Spencer ha sido las gran atracción del match. Yo lo conocí hace seis años, cuando la primera Intercontinental. Los progresos que ha realizado me resultan sorprendentes. Es el único jugador que me hace recordar, por sus cualidades y su estilo al formidable Pelé. Del gran brasileño, tiene Spencer la misma desenvoltura, la potencia, las increíbles posibilidades de aceleración, el sentido que le permite esquivar los golpes, la técnica sin fallas. También un extraordinario juego de cabeza. Juzgándolo por la manera como se entendió con Hoya en el segundo gol, su inteligencia para el fútbol colectivo es muy superior a la de Eusebio, a quien exageradamente se ha querido comparar con Pelé. Spencer es el único que soporta comparación con el incomparable futbolista de Brasil".

CINCO
Spencer está en un rincón importante de la historia de Peñarol. Su fútbol fue una imagen de ese gran club en el que jugó once años, ganó Libertadores, Intercontinentales, Campeonatos en Europa. Ganó todo, solo le faltó participar en un Mundial. Podría haber estado en el ataque uruguayo en México 70 pero no se dio. Si bien jugó con la preselección, no quiso nacionalizarse porque perdía la nacionalidad ecuatoriana. Y a Uruguay le faltó un centrodelantero de su categoría para llegar más alto que aquel cuarto lugar.


Cuando los ojos y la memoria se pueblan de imágenes. Esas imágenes ya son una partecita de la historia del siglo ¿Y qué es el siglo sino recuerdos? Los recuerdos, sean reales o imaginarios, sean soñados o vividos, están ahí, por lo tanto existen. La memoria del fútbol ecuatoriano existe en el juego de Alberto Spencer. Pero es algo más que la memoria: para Ecuador Spencer es una figura que afirma la identidad nacional. Según algunos sociólogos, Ecuador tiene un grave problema porque no logra edificar una identidad nacional sólida. Dentro de esa realidad, cada triunfo deportivo ayuda a sus habitantes a sentirse más ecuatorianos. Y tal vez ninguno les proporcionó, aunque jugando en otro país, tantos triunfos como el centro delantero de Peñarol.

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* Este texto pertenece al libro Apuntes sobre fútbol, de Kintto Lucas, Editorial Abya Yala, Quito 1998.

2 comentarios:

  1. Spencer el grande del futbol ecuatoriano,un virtuoso del futbol q nos hizo sentir orgullosos,q nos hizo quedar tan bien en la cancha y fuera de ella porq era un caballero de Ancón de nuestro Ancón del alma que lo sintió caminar y jugar sobre su bendito suelo,ojalá Jorgito Borell mi pana, pueda hablar con Kintto para q cuente como se vertebró este maravilloso crack del Pueblo.
    Gracias Kintto.

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  2. Spencer el grande del futbol ecuatoriano,un virtuoso del futbol q nos hizo sentir orgullosos,q nos hizo quedar tan bien en la cancha y fuera de ella porq era un caballero de Ancón de nuestro Ancón del alma que lo sintió caminar y jugar sobre su bendito suelo,ojalá Jorgito Borell mi pana, pueda hablar con Kintto para q cuente como se vertebró este maravilloso crack del Pueblo.
    Gracias Kintto.

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